Pietatea

Pietatea es la historia de Dorianne y Ane, que juegan a saltar sepulcros los viernes por la tarde. El enterrador ronda el cementerio, trabajando en sus tareas. Las observa mientras echa una mirada al cartel que dice «se advierte al público que está prohibido subirse a las sepulturas».

Tras la pérdida de su mejor amiga, Dorianne comienza la ardua tarea de hacerse mayor, intentando escapar de la nostalgia que le producen aquellas tardes con Ane. Mientras busca el brillo de lo perdido, se encontrará de bruces con la vida misma. También con Malen y Jokin: un oasis de luz rodeado de desierto. Un equilibrio de amor a tres que tendrán que gestionar para seguir viviendo.

Es una obra que trata sobre la pérdida de la inocencia. Sobre la pérdida del descubrimiento como motor de vida y sobre cómo, a veces, lo único que hace falta para avanzar, es ver lo infinito en lo finito.

FICHA ARTÍSTICA

Dirección y texto

Amaia Azkue

Reparto

Camila Femenie

Javier de Luis

Natalia Madel

Cristina Masoni

Cësar Von Rom

Dramaturgismo

Natalia García-Casarrubios

Escenografía

Amalia Elorza

Iluminación

Luis (Soto) Muñoz

Producción

Arantza Lozada

Logística

Carmen de Bustos

Música

Pater Noster de Xavier Sarasola

Agradecimientos

La Huelga de las Sardinas,

Luis (Soto) Muñoz,

Mateo Henríquez, Adrián Ríos

Alberto Múzquiz, Isabel Arenas

Ana González, Víctor Velasco

TRAYECTORIA

– Estrenada en noviembre 2021 en la sala El Umbral de Primavera, Madrid

– Re-programada en enero 2022 en El Umbral de Primavera

PREMIOS, PRENSA Y CRÍTICAS

Pietata: el valor de la basura. Reseña escrita por David Pungín (reseña completa aquí):

Nada es superfluo en Pietatea: no hay monólogos innecesarios ni elementos barrocos sin sentido ni tramas que distraigan de lo que la autora quiere decir sin decirlo ni un famosillo que aparezca para tartamudear una frase y vender, así, treinta entradas más. Qué va: sobre la tarima (que está al nivel del suelo) hay tres palés de madera que empiezan siendo tumbas, se convierten en el baño de una discoteca y terminan por ser la ventana más alta de un edificio muy alto. Tres palés de madera y una sábana, cuatro trozos de basura: con eso basta para construir un mundo entero […]

Yo no sé para qué fui a la sala El Umbral de Primavera el sábado. Pero me levanté de mi sofá y de mi cama, que están hechos de halagos y comodidades, y fui y vi Pietatea, que está llena de tumbas que, bien pensado, son nuestras últimas camas. Yo vi Pietatea, que habla de la muerte y del daño que hace la incomunicación de los hombres a los demás. Vi Pietatea y me vi a mí mismo y entendí que Pietatea no es como una papelera, sino que es la basura que somos todos nosotros, niños que juegan a vivir, personas que no quieren hablar: trozos de gente que anda viviendo sin sentido ni piedad. Estropeados.

Yo vi Pietatea y no sé si hice mal porque me vi siendo otro, porque me vi siendo yo, como yo soy, me vi. 

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