Rendición ante San Genet

Con Rendición ante San Genet, el autor Javier de Luis quería llevar a cabo un proceso de escritura desde el cuerpo y la posición actoral, alejada de la concepción únicamente literaria. Quería representar la angustia privada en un espacio público: es decir, sacrificar lo individual en favor de lo escénico.

A este respecto, el trabajo se basa en la propuesta discursiva de Angélica Lidell: la palabra como arma, el cuerpo como objeto y el hecho teatral como sacrificio.

El yo escénico de la dramaturgia vuelca su intimidad en la palabra para acercarse a lo sacrificial. Para esto, se toma a Jean Genet -figura de inmensa influencia en De Luis a nivel artístico y personal- como un interlocutor al que dirigirse, al que confesarse, con el que dialogar. Todo esto impregnado del contexto histórico y social de la Barcelona de los años 30, la Barcelona más grandiosamente caótica en la que Genet fue vagabundo, criminal y chapero.

En palabras del dramaturgo:

Rendición ante San Genet es una plegaria. Una súplica. Una carta puesta en el cuerpo.

La poesía de Genet me congela, me excita, me pervierte.

Quiero y deseo vivir en sus poemas. Me gustaría morir en ellos, pero aún no ha llegado el momento. Quiero amarle: a él y a sus amantes. Quiero ser despreciado: por él y su mundo. Quiero beberme sus metáforas y ponerme de rodillas.

En un viaje de ida y vuelta a su poesía, su vida y su contexto, esta pieza es una oración, a veces solemne, otras impura y cruel, a un autor que me ha cambiado la vida.

Si leyese la obra, Genet la quemaría.

Si la viese representada, quizás se levantaría de la butaca.

Yo leí un poema de Genet.

Yo me masturbé con él, le hice un hueco en mi cama vacía.

Una plegaria dividida en cinco escenas. Una vida. Un camino. Un intento por elevarse.

Un fracaso.

Es la dramaturgia de un fracaso.

Fracasar. Quise fracasar escribiendo esta pieza. Quise accionar el fracaso de un cuerpo sucio y desnortado en el suelo frío de una habitación sin ventanas.

Quise fracasar con mi sexo indefinido y disfrazado ante el ruido, ante la necesidad de respuestas, ante la necesidad de éxito: para negarlo todo.

Quiero, quise, querré negarlo todo.

Quiero poner en un espacio público mi lectura de Genet, y mi impulso ante él.

Un texto que es reacción. Que es conversación sin respuesta.

Pura epilepsia poética.

Con Genet descubrí que quiero volver al vientre.

Con Genet pensé acerca de cómo subvertir el orden social.

Con Genet quise hacer nupcias con hombres del mar, me quise ir a vivir al mar.

Con Genet escribí cartas honestas,y me imaginé mi muerte.

Como el San Sebastián de El Greco, como el timbre de Las Grecas, como el albatros de Baudelaire, esta plegaria es una necesidad por la herida ante la desinfectada sociedad pulcra.